México está sembrado de muerte. La Primera Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas apenas comenzó a trabajar en Veracruz y en su primer día halló cartuchos, ropa y prendas ensangrentadas. Hacen una labor necesaria, que debería correr a cargo de las autoridades.
Bastaron diez metros de caminata para que los buscadores descubrieran kilos de ropa marcados con sangre, en su mayoría tallas juveniles, que yacían sobre terrenos rojizos, junto a una cruz de madera en memoria de un ejecutado.
Entre ellos se encuentra el líder buscador de Iguala, Guerrero, quien dictó indicaciones, develando a la vez el significado de su colectivo, Los Sabuesos: comienzan a picar la tierra con sus varillas, cuando encuentren suelo removido, las hunden hasta donde se pueda, luego olfatean la punta de metal, si huele a carne podrida, entonces se escarba.
A la mitad de los sembradíos otro líder seleccionaba su punto a indagar: un pozo de 20 metros de profundidad con un agujero donde se encontró el cadáver de Liliana Aguilar Sánchez el pasado 12 de abril de 2012.
Ante la falta de resguardo de la Policía Federal, Juan Carlos Sánchez, director del programa de Atención a Víctimas del Delito, anotaba en su libreta el peligro para las 50 personas buscadoras.
Ellos buscan incluso en los lugares más peligrosos, ahí donde nadie se atreve a entrar, pero donde pueden hacer grandes hallazgos.
Pese a su peligrosa labor, el gobierno de Javier Duarte no los protege.
Fuente: SinEmbargo
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