El torero tetrapléjico que pidió que le dejaran morir
El matador, tras una cornada en mayo en Durango, no podía ni respirar ni moverse por sí mismo.
Rodolfo Rodríguez, El Pana, ha muerto. A las 18.45 del jueves, en el octavo piso del Hospital Civil de Guadalajara, el torero tetrapléjico vio cumplido su último y más íntimo deseo: abandonar este mundo. Lo hizo a los 64 años, inmóvil, sin poder respirar por sí mismo, pero rodeado de su familia y del personal médico. No recibió ayuda. O eso dice el parte oficial. Sufrió un agravamiento de su neumonía y un empeoramiento súbito de su estado; luego sobrevino un paro cardiaco y todo terminó.
Después de permanecer un mes grave tras recibir una cornada durante una corrida de toros en Lerdo, Durango el pasado 1 de mayo.
El incidente le provocó un trauma en las cervicales, del cual ya no se pudo reponer. El primer reporte médico indicaba que el matador quedó tetrapléjico, sin embargo su estado de salud no mejoraba.
Consciente de ello, a través de señas y susurros comunicó a parientes y médicos su deseo de morir.
Los facultativos, sabedores de que su vida pendía de un hilo, decidieron evitar el encarnizamiento terapéutico. A los pocos días, cuando vislumbraron una mejoría, lo sacaron de la Unidad de Cuidados Intensivos. “Permaneció estable una semana, pero esta mañana su salud se deterioró súbitamente”, explicó a EL PAÍS el director del hospital, Francisco Martín Preciado Figueroa.
El torero tenía 64 años de edad, su apodo es un diminutivo de “panadero” oficio al que se dedicó previo a entrar a la arena.
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