Por Fernando Ortiz C.
La Franja de Gaza empieza a encenderse nuevamente en un fuego de violencia y ataques entre palestinos e israelíes. Dos semanas atrás un fundamentalista judío hirió a seis personas que participaban en una marcha del Orgullo Gay. Al día siguiente la noticia de un bebé quemado vivo por parte de terroristas judíos, como increíblemente los nombró el ya de por sí gobierno asesino y criminal de Israel o colones radicales como fue nombrado por algunos medios para no endurecer y juzgar de manera tan rígida a quienes llevaron a cabo el incendio de la casa de la familia Dawabcheh.
La noticia conmocionó al mundo por la brutalidad del acto y provocando el fin de semana la muerte del padre del pequeño Alí, producto de las quemaduras y heridas recibidas el día del ataque. En represalia un palestino apuñaló a un israelí provocando que la policía le disparara y terminara con su vida.
Pero lo que ocurre en aquellas latitudes puede ser un presagio de lo que puede ocurrir en nuestro país; la radicalización del fundamentalismo religioso y al mismo tiempo el desalojo y expropiación de tierras, que al final desembocaría en tragedias como las ocurridas en Palestina en las últimas semanas.
La sociedad mexicana se está dividiendo, situación que parece beneficia más al gobierno que a la propia sociedad, “Divide et impera” –Divide y vencerás-, frase atribuida al emperador Julio Cesar figura como el lema de batalla en la actualidad. Dividir a la sociedad mientras el gobierno tambaleante se recupera y deja de tambalear en la incertidumbre de su futuro.
El análisis de la situación en Gaza es sumamente importante y de especial situación por lo que en nuestro país ocurre. Hace algunos días el gobierno mexicano estuvo involucrado en un triste episodio en Michoacán donde un niño de doce años perdió la vida; la causa de la trifulca, un operativo para detener a un líder de los autodefensas, Sameí Verdía, y el pueblo que salió a protegerlo fue lo que provocó el desenlace fatal, la muerte de Idilberto Reyes García. Similar situación ocurrió en Cisjordania en la ciudad de Duma cuando el pequeño Alí Dawabcheh de tan solo dieciocho meses fue víctima de radicales israelis que prendieron fuego a su casa, provocando la muerte del niño por las quemaduras y no por el humo del incendio, según comentó un testigo.
Niños como víctimas de los adultos, de luchas de intereses y radicalizaciones de ideales en algunas ocasiones torcidos y en algunas otras con un fundamento, en ambos casos las muertes de los inocentes infantes fue por su derecho a defender su tierra. En Duma, Alí murió porque su familia no renunció a su casa, a su hogar, porque su familia decidió estar en ese lugar que les pertenecía. En contraste en Otula, Idilberto murió porque su pueblo está harto de ser víctima de la corrupción de las instituciones gubernamentales, de las dependencias policiales y del ejército que solo atrapan a los que son un lastre para sus intereses pero no por defender la justicia o proteger a la comunidad. En ambos casos parece que la impunidad será el resultado final.
El caso de Yishai Shlissel, ultra ortodoxo judío, quien tomó un cuchillo se inmiscuyó en una marcha por el Orgullo Gay y comenzó a apuñalar a los asistentes, provocando la muerte de una joven de diez y seis años de nombre Shira Banki.
¿Crimen de odio o de intolerancia? La bomba ya explotó en Oriente Medio y ¿Cuánto tiempo le queda a nuestro país para que anuncie una tragedia de esta magnitud? Lo paradójico del asunto es que Yishai hizo lo mismo en 2005, y pasó diez años en prisión.
¿Similitudes con la justicia en México? Posiblemente sí, o tal vez aquí hubiera pasado solo unas cuantas horas detenido, claro está sino hubiera huido por un túnel antes de purgar su condena.
Lamentablemente no es tan lejana ni absurda la posibilidad, la radicalización que se está gestando en nuestra sociedad indica que una situación de crímenes por preferencias sexuales, ya sea de heterosexuales contra homosexuales o viceversa es un peligro latente. El descontento por el matrimonio homosexual, la adopción de niños por parejas del mismo sexo y el libertinaje y desviaciones que muchos argumentan para justificar su postura pueden detonar un crimen como el ocurrido en Jerusalén.
Temas como la religión y la identidad se están politizando fuertemente en ambos lugares, tanto en la Franja de Gaza como en México, los crímenes de niños y la división social por el asunto homosexual están teniendo tintes políticos y de identidad pues la muerte de Alí fue por odio, ya sea racial o étnico, mientras en México posiblemente podríamos especular que también fue de odio, y no una bala perdida, un odio a esa gente que se interpone o no se alinea a los intereses de los señores del poder, sea cual sea su bando o su puesto en la estructura gubernamental.
La cuestión de la homosexualidad también tiene su tinte político, donde en ambos lugares parece ser una forma de demostrar apertura y libertad, frente al real sometimiento y cerrazón de las formas de gobierno que imperan en ambas regiones.
Lo que nos queda es dar un vistazo al trasfondo de tales actos y encontrar los patrones de semejanza con el contexto nacional y las posibilidades de ser testigos de actos de esta magnitud, provocados por la ruptura social, si es que existía alguna, donde la sociedad se limita a acostumbrarse y sobrevivir.
La violencia está estallando en Cisjordania, la escalada de odio va creciendo, colonos palestinos que están cansados de la represión del gobierno de ocupación israelí; están hastiados de ser blanco y criminalizados por el hecho de ser palestinos; palestinos que ven como son destruidas sus casas, sus campos y sus familias; palestinos que no encuentran otra forma de hacer justicia que por sí mismos ante la ola de violencia y la impunidad de los criminales que las perpetran. ¡Qué similar a México!
Personas que apoyan a los homosexuales porque ven en ellos personas y no tendencias; porque ven en la diversidad la unidad y no la separación, pero que al mismo tiempo temen por ser reprendidos o peor aún atacados bajo el nombre de la religión como si esta justificara la moral y la valía de las personas ¡Qué similar a México!
Cierro este texto con una frase del escritor británico Graham Greene, creador de la obra El poder y la Gloria, que dice: “Una historia no tiene principio ni fin: uno elige arbitrariamente ese momento desde el qué mirar hacia atrás o desde el qué mirar hacia adelante”. La pregunta es ¿estamos mirando algo? O solo estamos tratando de no ver.
* Un artículo en memoria de Idilberto Reyes García, Alí Dawabcheh y Shira Banki víctimas de la sinrazón humana.
Sé parte de la conversación