Ciudad de México, 2 julio (SinEmbargo).– En otoño de 2012, una mujer recolectora de tomates cayó de una escalera mientras cumplía su función de agricultora en un invernadero de Nueva York, Estados Unidos. Sufrió graves daños.
“Los mayordomos de la empresa se la llevaron y en la clínica le preguntaron de dónde provenía, cuando dijo que era de México inmediatamente la regresaron al trabajo, tomó sus cosas y la llevaron a la terminal de camiones para que se regresara, porque ya no iba poder trabajar”, narró Carlos Marentes, líder del Proyecto Organizativo Sin Fronteras de El Paso, Texas.
A aquella mujer, quien no tuvo acceso a atención médica, tampoco le fueron resarcidos los daños que le ocasionó el accidente y, además, su patrón se deslindó del pago que le merecían tres meses de arduo trabajo porque “no terminó con el contrato establecido”.
“Esos casos se dan muy seguidos, son de los tantos problemas que los trabajadores migrantes de la agricultura están sujetos con ese tipo de contratos que los obligan a quedarse con ellos”, explicó el líder social que desde 1980 fundó la organización que ayuda a los trabajadores migrantes a exigir mejores condiciones laborales.
El hombre que llegó Estados Unidos en 1970 con esperanzas de mejorar su calidad de vida expresó que la discriminación que reciben tanto de empleadores, autoridades y la sociedad en general, cada vez es mayor, y se acentúa con las nuevas visiones que él llama “antimigrantes”.
Por un lado se encuentra la constante amenaza que viven los trabajadores de ser deportados, los maltratos de los empleadores y las pésimas políticas públicas del gobierno mexicano para garantizar un trabajo digno que garantice sus derechos como trabajadores.
En ese sentido, el líder de los agricultores del sur de Nuevo México y el oeste de Texas, lamentó que aunque exista una en la Ley Federal de Trabajo, con artículos que promueven los derechos de los trabajadores mexicanos en el extranjero, no se hagan valer esas garantías, “si esa en esa ley ni siquiera respeta a los trabajadores mexicanos, menos a los trabajadores agrícolas migrantes”, expresó.
MÁS POBRES QUE LOS POBRES
De acuerdo con un estudio realizado por el Proyecto Organizativo Sin Fronteras, un trabajador agrícola mexicano –en suelo estadounidense– gana 6 mil 6687 dólares (86 mil 463 pesos) anuales, mientras los índices federales de nivel de pobreza que realiza Estados Unidos precisan que los ingresos de una familia en condiciones extremas de pobreza son de 19 mil dólares (245 mil 670 pesos) al año.
“Somos más pobres que los pobres, cuando la producción de frutos y vegetales frescos tiene un valor de 90 mil millones de dólares en la economía de Estados Unidos”, lo que se consolida como una parte importante de la economía que se genera en la primera potencia del mundo, detalló .
Carlos Marentes explicó que muchos de los agricultores son sometidos a largas jornadas de trabajo, no cuentan con garantías de seguridad social, además de que los sueldos que reciben son muy bajos.
“Lo que queremos es que se respeten los derechos como los de cualquier trabajador y sobre todo, que se nos trate como personas”, destacó. El hombre que ha visto miles de casos de impunidad por parte de las autoridades extranjeras y mexicanas hacia los jornaleros expone que en Estados Unidos hay cerca de 4.2 millones de trabajadores agrícolas.
El Departamento del Trabajo estadounidense ubicó que ocho de cada 10 migrantes que laboran en los cultivos son mexicanos, mientras que el otro 20 por ciento proviene del Caribe o Centroamérica.
“La producción agrícola descansa fundamentalmente en las manos de los migrantes, hay un desconocimiento de algunos de los sectores de la sociedad que permite que haya actitudes ‘antimigrantes’, de discriminación, pero no saben que ellos son los que producen su comida”, dijo.
Explicó que muchos de los mexicanos que llegan al El Paso buscan –al igual que todos los migrantes– alcanzar el “sueño americano”, pero “la sociedad se encarga de ponerlos en su lugar”. Existe “una complicidad que pareciera muy inocente”, comentó Marentes. “Dice la gente: ‘bueno, pues pobrecitos, los explotan, trabajan mucho, pero por lo menos están mejor que en su tierra’”.
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