Se suicidó en abril pasado y tenía 27 años
Tenía daños en su cerebro que le impedían tomar decisiones ni de tener un comportamiento moderado
Aarón Hernández, el famoso jugador de la NFL de 27 años que se suicidó en prisión en abril de este año, tenía la mayor Encefalopatía Traumática Crónica (CTE, por sus siglas en inglés) jamás analizada por científicos en una persona de su edad, así lo dieron a conocer este jueves investigadores de la Universidad de Boston.
De acuerdo con The Washington Post, la doctora Ann Mckee, líder de la Unidad del CTE de la universidad, explicó que el exfutbolista de los New England Patriots fue diagnosticado con CTE nivel 3, el cual no había sido descubierto en pacientes menores de 46 años.
El famoso jugador se suicidó en prisión en abril pasado. Allí cumplía una condena de cadena perpetua por el asesinato, en 2013, de un jugador semiprofesional que salía con la hermana de su prometida.
Las autoridades del penal de Souza Baranowski señalaron que el joven se colgó en su cuarto con una sábana.
La doctora Ann Mckee explicó que el cerebro de Fernández tenía daños en el lóbulo frontal, donde había algunas manchas oscuras y zonas deterioradas y de menor tamaño que no están presentes en un órgano sano, además de que presentaba microhemorragias y pérdida de tejido.
Como consecuencia de esto, el joven no tenía la capacidad de tomar decisiones ni de tener un comportamiento moderado.
La especialista aclara que “los individuos con CTE de esta gravedad tienen dificultades para controlar los impulsos, tomar decisiones, inhibir los impulsos de agresión, la volatilidad emocional, los comportamientos de ira”.
Un estudio publicado en la revista médica JAMA reveló que el 99 por ciento de los cerebros de jugadores de fútbol americano que han fallecido, y cuyo órgano ha sido donado para su estudio, presentan daños por encefalopatías traumáticas crónicas.
En la investigación describen que de los 202 atletas muertos estudiados, 177 tenían CTE, es decir que tres de cada 14 estudiantes de bachillerato, 48 de cada 53 estudiantes universitarios y 110 de cada 111 exjugadores de la NFL padecían este trastorno.
La doctora recalcó su preocupación ante el hecho de que es más común ver este padecimiento en atletas de menor edad, como el caso de Hernández, tal vez porque comienzan a jugar a más temprana edad.
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