Ayotzinapa es uno de los sucesos que más han marcado su carrera
“Al ver tantos muertos también comienzo a valorar más mi vida, porque se puede ir en cualquier momento”, asegura el fotoperiodista Rashide Frías
Por Juventino Montelongo
El fotógrafo Rashide Frías nació en el Estado de México en 1984, sin embargo, se fue a vivir a Culiacán en 2002, donde en 2008 comenzó a trabajar en un periódico local, cubriendo los hechos que el jefe de información le pedía para cumplir la “orden” del día.
Fue así como comenzó a abrirse paso entre los medios de comunicación, llegando a publicar su trabajo en Los Ángeles Times, Vice, El Universal, El Sol de México, entre otros. Gracias al trabajo diario se fue involucrando, poco a poco, en proyectos a largo plazo.
Gracias a ello, empezó a realizar una serie de fotografías cuya temática, pese a tener una línea en común, toca aspectos como la educación, migración, inseguridad, desplazamientos o incluso la falta de agua en comunidades marginadas.
Al vivir en la capital de Sinaloa, controlada por lo que diferentes analistas llaman un “narcoestado” (replicado en casi todos los lugares de la República), empezó a retratar diferentes lados de un mismo problema.
El narcotráfico, cuyos niveles de violencia fueron creciendo cuando el expresidente Felipe Calderón declaró su “guerra contra el narco”, llegando a su máximo histórico en la actual administración Enrique Peña Nieto, fue uno de los temas que retrató desde diferentes caras.
“Los creyentes”, fue una de sus primeras series. En ella, el también corresponsal de la agencia nacional Cuarto Oscuro, registró la llegada de cientos de personas a la capilla de Jesús Malverde, el santo de los narcos.
Aquí y con cerveza en mano, los asistentes bailan al ritmo de banda en busca de que Malverde les conceda un par de milagritos.
En entrevista, Rashide enumera que esta serie de fotografías pertenece a un trabajo más largo, el del narcotráfico.
“Es el narcotráfico abordado en diferentes contextos, puedes verlo desde la religión, o los desplazados por la violencia, la pobreza, la educación, los muertos del día a día. Todos estos proyectos son el resultado del trabajo que he hecho durante cinco o seis años en Culiacán”.
Rashide cuenta que una de las cosas que más le han afectado, más allá de los muertos “del día a día” por el narcotráfico, ha sido la convivencia con los padres y familiares de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.
“Ha sido el proyecto que me ha dejado más. Platicar con algunos de los familiares me pegó, y me enseñó muchas cosas también, de dignidad, de lucha, de aguantar, de decirle algo al gobierno”. Este trabajo sobre Ayotzinapa le valió el Premio Nacional de Periodismo en 2015 bajo la categoría de Fotografía con el video documental “Ayotzinapa, la lucha sigue”.
Esto, para Rashide, es otro lado del estado en el que vive el país. Así como en Guerrero desaparecieron a los 43 estudiantes, gracias a la complicidad (¿sólo?) del gobierno local y el narco, el fotoperiodista también apunta su cámara a problemas educativos, como el caso de una escuela de cartón ubicada al norte de Culiacán, cuya serie se llama “Escuelas de cartón”, la cual también ganó el Premio Nacional de Periodismo, de 2013.
Él asegura que un mismo tema te puede ir llevando a más cosas, así fue que llegó a esta primaria, donde al principio los niños se mostraban un poco inquietos ante él, al traer la cámara, aunque “poco a poco se van acostumbrado a ti”, los maestros y los niños, “y ya puedes hacer las fotos que quieres”.
Bajo un calor de 45 grados, en esta escuela de cartón estudian niños que viven en familias disfuncionales debido a que los padres de familia, al no tener los recursos económicos necesarios, salen mucho tiempo de casa para conseguir con qué mantener a sus hijos, no por elección, sino por necesidad, lo cual se va replicando con los mismos niños de esta primaria, quienes debido a las carencias que sufren, deciden abandonar los estudios para unirse a las filas del narcotráfico.
Todas estas imágenes le han permitido dar a conocer lo que él piensa de los diferentes momentos, lugares y personajes que conviven en el país. “Es difícil y hasta un poco cansado”, así define a la cubertura de todos los hechos que le ha tocado retratar.
“No es un trabajo muy grato, aunque siento que es algo que debo hacer como fotoperiodista. Al ver tantos muertos también comienzo a valorar más mi vida, porque se puede ir en cualquier momento”.
“Ya ahorita la situación se está descontrolando mucho,la violencia está alcanzando puntos donde antes no llegaba. Si haces una foto en la calle y alguien te ve ya corres un peligro inminente, simplemente con que saques la cámara, es como un arma o hasta una ofensa”.
Rashide asegura que esto no ocurre solamente en Culicán, sino casi en cualquier parte de la República, criticando que esto mismo lo hace reflexionar sobre el papel del periodismo, el cual, dijo, “a veces duele”.
“No es grato fotografiar a gente que ya está muerta y tú ni conoces, y ya nunca vas a poder conocer”.
Si quieres conocer más sobre el trabajo de Rashide Frías, puedes visitar su cuenta de Instagram o entrar a su página de internet, donde además de sus fotos puedes consultar sus series completas.
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