Por: Fernando Ortiz C.
La conmemoración del Día Internacional de la Mujer es un día de reflexión más allá de felicitaciones, es un día para recapitular la realidad en materia de injusticia que viven las mujeres alrededor del mundo.
Derecho al voto, equidad, no discriminación laboral, fueron las primeras luchas que algunas mujeres debieron combatir ante las extenuantes jornadas laborales, de hasta doce horas, que tenían lugar a principios del siglo XX.
En 1908, tuvieron que morir 146 mujeres trabajadoras en una fábrica textil en la ciudad de Nueva York, para que la explotación capitalista a la que eran víctimas tuviera un impacto dentro de la sociedad; Clara Zetkin fue la portavoz de todas aquellas mujeres que clamaban justicia y condiciones laborales dignas.
108 años después de aquellos trágicos hechos, este día genera un replanteamiento de los logros y nuevos retos que las mujeres alrededor del mundo demandan por conseguir educación, puestos relevantes dentro de las estructuras políticas de algunos países y participación en algunos sectores en las que han sido descartadas.
La actualidad pone en contrapunto y en serios cuestionamientos si es un día de celebración, pues algunos acontecimientos recientes nos hacen replantear qué se puede celebrar cuando tenemos, por ejemplo, la masacre ocurrida hace unos días de cuatro misioneras de la caridad, que fueron brutalmente asesinadas en Yemen por supuesto proselitismo cristiano.
O qué decir de la muerte de “las mochileras argentinas” en Ecuador, a lo que posteriormente se sumó la justificación de dicho asesinato por “ir solas” o en otras palabras, ser culpables de su propia muerte por no ir acompañadas de algún varón.
Así de cruenta es la realidad tanto en Occidente como en Oriente, mujeres ultrajadas y agredidas, ejemplos sobran: ISIS, Boko Haram, grupos de narcotraficantes, trata de blancas y soldados de la ONU, conocidos comúnmente como cascos azules, quienes están acusados de cometer violaciones a mujeres en algunas de las misiones que tienen asignadas, principalmente en la República Centroafricana.
México no es ajeno a esta realidad, donde se tuvo que tipificar el delito de feminicidio ante los constantes abusos y maltratos que reciben las mujeres dentro y fuera de sus hogares. Los indignantes casos de las muertas de Ciudad Juárez, o que decir de Ecatepec, donde ser mujer es un peligro latente para ser blanco de alguna agresión.
América Latina es la región más violenta para las mujeres, eso es el tema que se necesita profundizar, ¿qué pasa con la violencia que aún sufren las mujeres? El discurso parece ser vacío y demagógico, los datos demuestran un claro abismo y vulnerabilidad para el sector femenino.
Mónaco, Malta, Liechtenstein, Islandia y Andorra son los únicos países que no reportan feminicidios de un total de setenta países estudiados. La discriminación por ser mujer ya es un tema de cotidianidad en México que ha perdido relevancia en medios.
Frente a todas estas cifras y realidad observables en el acontecer diario, el Día Internacional de la Mujer cobra notoriedad por el reclamo generalizado de que algo sigue fallando de manera garrafal en nuestro mundo, donde la inequidad de derechos o la exclusión no es cosa que haya quedado en el pasado.
Por eso en mi opinión conmemorar es la palabra más apegada al significado de este día, como lo dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua, conmemorar es recordar solemnemente algo o a alguien.
Recordar los acontecimientos que han marcado la lucha incesante de las mujeres, ya sea las que murieron en la fábrica Triangle Shirtwaist, o aquellas que participaron en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas llevada a cabo en Copenhage, es lo que articula el pasado con el presente y demuestra el camino que se ha recorrido en materia de derechos y lo que todavía falta por trabajar para alcanzar el ansiado objetivo que se planteó desde la primera década del siglo veinte.
Luise Zietz, Simone de Beauvoir, Mary Wollstonecraft, Rosario Castellanos, Hermila Galindo o Malala Yousafzai, por mencionar algunas, son mujeres que han seguido luchando y enfrentando los retos en diferentes épocas y circunstancias, aportando sus ideas para no claudicar en uno de los más grandes retos que tenemos como sociedad, la equidad entre hombres y mujeres.
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