Con motivo del día mundial de la Tierra, es preciso y conveniente hacer un llamado a la humanidad, desde todas sus latitudes, dejar a un lado diferencias y conflictos y abrir los ojos a que todos, absolutamente todos, somos parte de este planeta y que solo aquí tenemos la certeza de vivir nuestra existencia.
Por lo tanto hoy en día es caótico expresar un mensaje a la humanidad, es difícil por la cantidad de problemas, situaciones, conflictos interpersonales, auto trascendencia, guerras y muchas otras cosas más que nos llevan a cuestionar si en verdad existe la humanidad como tal o sólo se queda en un mero concepto lingüístico e idealista.
Según Boff, :“El sistema de producción de las sociedades es asimétrico.
Solamente una pequeña minoría permanente tiene el control de los medios de producción”. Esto sin lugar a dudas es, tal vez, el mensaje más conveniente trasmitir en la actualidad.
Lo que parece llevarnos o nos encamina a un mundo de progreso y conocimiento, lleno de comodidades y viviendo en un confort absoluto, nos enfrenta a una paradoja de destrucción social, una amenaza a los vínculos de la sociedad para preservar bajo cualquier costo el individualismo y el interés propio de cada uno de nosotros.
La humanidad se ha perdido, es una falacia o un supuesto su existencia, la palabra humanidad ha caído en un vacío de conceptos, en una encarnizada lucha por despreciar a lo diferente; el etnocentrismo tomó el lugar de lo que en tiempos pasados era considerada humanidad.
“La solución no puede estar en ignorar la materialidad de la pobreza y presuponer que puede haber pobreza de espíritu en y por si misma sin ninguna relación con la pobreza material”, dice Jon Sobrino. He aquí la correlación que existe entre la falta de sensibilidad por el otro individuo y la búsqueda constante de la riqueza material.
El concepto de humanidad parece estar más relacionado con el éxito y la obtención del dinero, de la unión y el bien común entre miembros de grupos que velan por los intereses de acaparar más y más, dejando a un lado la ética, moral y aspectos humanos para alcanzar sus propósitos.
El hombre no debe de olvidar la frase: “Dios perdona, el hombre perdona a veces; pero la naturaleza no perdona jamás”, como lo mencionó en su momento Jorge Manzano, sacerdote jesuita.
El hombre poco a poco se ha dotado e investido con la soberbia de creerse el merecedor absoluto del universo, del planeta, de sus recursos, de sus habitantes adoptando el rol de administrador o dueño de ella, cuando la Tierra y lo que hay en ella han estado desde antes de su aparición; una mala hermenéutica hizo a los hombres depredadores de la naturaleza, el mal entendido de fructificar y multiplicarse, llenar la tierra y someterla, autorizó el abuso sobre los recursos.
Por lo tanto debemos iniciar ese cambio mental, ese cambio donde nos veamos como una humanidad, como parte de una especie, como parte de un todo siendo, fundamental nuestra individualidad dentro de un progreso social y no un retroceso, pues es importante nuestra labor y nuestra función como individuo, pero siempre con el objetivo de cubrir los intereses que lleven a la mejora espiritual, social y universal. La propuesta es abrir los ojos ante nuestra realidad y la realidad de nuestro entorno, la cual puede no ser la misma.
En conclusión el hombre y su paso por el planeta están en su punto más crítico, no solo por la destrucción constante hacia la naturaleza y sus recursos, sino al mismo tiempo por la destrucción de puentes y relaciones entre las mismas personas, viviendo en una realidad oscura y sin sentido, pero llena de placeres.
Podemos ver casi a diario noticias sobre catástrofes naturales llamadas así sólo porque el hombre está ahí; el uso de la palabra catástrofe hace a los noticiarios vender sus noticias: sismos, tsunamis, tornados, y llegamos a sorprendernos de la destrucción que ocasionan, lo cual es paradójico dada la constante destrucción del hombre hacia sí mismo y su entorno.
El mensaje a la humanidad queda ahí, en reencontrarnos como humanos para unirnos en esa humanidad que cada día parece ser más lejana y que a largo plazo si no se actúa de manera enérgica, puede ser el último suspiro de nuestra especie en este planeta llamado Tierra.
Humanidad es lo que necesita el hombre para recordar que es humano.
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