Alejandra Negrete Avilés, Yesenia Quiroz Alfaro y Mile Virginia Martin, tres de las cuatro mujeres asesinadas en la Colonia Narvarte de la Ciudad de México el pasado 31 de julio, junto al fotoperiodista Rubén Espinosa Becerril y a la activista Nadia Dominique Vera Pérez, son tratadas por la prensa mexicana como un “número sin importancia”, publicó esta semana el diario británico The Guardian.
El medio extranjero considera que los medios de comunicación mexicanos han reducido la cobertura de las tres mujeres, para dar prioridad a las vidas del fotoperiodista y de su amiga, la activista.
También la agencia francesa de noticias AFP indica que esta exclusión o discriminación de los medios hacia las tres víctimas no conocidas, ha provocado las críticas de algunos sectores sobre lo que ven es una tendencia sexista y xenófoba.
“Los asesinatos desataron nuevos temores acerca de los peligros que enfrentan los periodistas y activistas en México […] En medio de un torbellino de especulaciones sobre el motivo de los asesinatos, la respuesta de los funcionarios y el tratamiento de los medios de comunicación, han indignado a algunos observadores, quienes dicen que las mujeres víctimas han sido tratados como estadísticas, mientras que la mayor parte de la atención se ha ido a Espinosa”, señala AFP.
El rotativo británico, por su parte, narra el caso de Alejandra Negrete, una trabajadora de limpieza de 40 años de edad, madre de tres hijos, que tenía necesidad de laborar en fin de semana porque “el dinero era escaso”.
Era el segundo día en que la mujer trabajaba en la limpieza en el departamento (antes lo había hecho en un restaurante), y la mañana del viernes 31 julio, se fue de casa a las 7:30 horas, vestida con sus tacones de plataforma y jeans ajustados.
Antes de partir, se había quejado con su hija Arleth, de 13 años de edad, sobre el viaje de dos horas que tenía que hacer para llegar a su trabajo, sin embargo, prometió que estaría en casa a las 19:00 horas. Pero ella nunca volvió, dice el reportaje firmado por Nina Lakhani.
Al principio, su familia supuso que ella se había ido con amigos después del trabajo, pero pronto supieron que Negrete había muerto “en una masacre con presuntos motivos políticos que ha impactado a todo México”, dice The Guardian.
Además de ella, el fotoperiodista de Proceso y la activista chiapaneca, también fueron asesinadas la estudiante de belleza, Yesenia Quiróz, y la estilista colombiana Mile Virginia Martin.
El medio británico recuerda que dicha masacre ha provocado una serie de protestas en todo México y la cobertura mediática de todo el mundo, muchas de los cuales se han centrado tan sólo en Espinosa y Vera, los objetivos más probables de los ataques.
El rotativo también recuerda en su reportaje que ambos buscaron refugio en la capital después de haber sido amenazados y hostigados, mientras trabajaban en el estado de Veracruz.
“Pero hay un creciente enojo por la forma en que se ha dado la cobertura de los asesinatos, ignorando y menospreciando a las otras tres víctimas, o incluso dando a entender que algunas de ellos eran las culpables de la masacre”.
Vera, Quiroz y Martin fueron presuntamente torturadas, despojadas de sus pertenencias y violadas, antes de ser asesinadas. A la familia de Negrete le han dicho que ella murió de un solo disparo en la cabeza, en el baño, sin evidencia de violencia sexual.
Para la familia de Negrete, la agonía del dolor se ha agravado por la forma en que ha sido dejada de lado en la masacre ocurrida en la colonia de clase media, Narvarte, dijo a The Guardian, su madre Carolina Avilés Mendoza, de 58 años de edad.
“Estamos indignados y molestos por la forma en que ha sido mencionada sólo como trabajadora doméstica o la quinta víctima, como si ella fuera no más que un número y sin importancia”, declaró al rotativo británico.
“Alejandra era una gran persona: ella era una madre amorosa, era amable y generosa, le encantaba bailar y cantar y divertirse, y ella era mi hija primogénito. Su muerte es una pérdida terrible… ella no es sólo una trabajadora doméstica”, dijo la madre de Negrete.
La indignación de la familia se ha visto reflejada en las redes sociales, dice The Guardian, donde millones de mensajes y tuits se han publicado en una campaña improvisada, insistiendo en que la vida de las mujeres sí importa.
El pasado fin de semana, trabajadoras domésticas se lanzaron a las calles de la Ciudad de México, portando “brillantes” guantes de goma color verde y con carteles con el lema #yotenombro para exigir justicia equitativa para Negrete.
“Alejandra está siendo discutida como daños colaterales, como cualquier otro trabajador doméstico invisible, que ni siquiera vale la pena nombrar”, dijo Mauricio Patrono, de la asociación de trabajadores domésticos CACEH (Centro de Formación y Apoyo a las Trabajadoras del Hogar).
“Su muerte debe ser investigada por igual, sin tener la atención del hecho de que fue un crimen por motivos políticos”.
Diana Negrete, de 36 años, dijo a The Guardian: “Mi hermana estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado, y ahora queremos que las autoridades hagan su trabajo y traigan justicia. Tenemos miedo a involucrarnos demasiado porque el caso es tan grande, y estamos preocupados por lo que podría suceder a sus hijos, pero ella merece justicia. Todos la merecen”.
Quiroz, de 18 años de edad, estudiante de belleza, nació en Michoacán, pero creció en Mexicali, la capital del estado fronterizo de Baja California.
El medio extranjero enfatiza que los artículos de prensa se han concentrado en su relación distante con el “deshonrado” ex Gobernador de Michoacán, Jesús Reyna García, mismo que fue detenido en 2014 por vínculos con el cártel de los Caballeros Templarios, quien está casado con la prima de la madre de Quiroz.
“Podría decirse que la cobertura más tendenciosa ha involucrado Martin, de 30 años de edad, estilista colombiana que se mudó a México en 2010 con el sueño de convertirse en un modelo”, asegura Lakhani en su reportaje.
En la cobertura de la masacre, ella fue la primera que en un principio fue denominada como “Simone”, luego “Nicole”, y luego simplemente “La Colombiana”.
Los informes de que ella era la propietario de un automóvil Ford Mustang, utilizado por uno de los sospechosos del asesinato como un vehículo de fuga, condujo a la especulación “salvaje” sobre cómo “una pobre estilista y aspirante a modelo”, podía permitirse tener un coche tan “elegante” de forma legal.
El lunes, la Procuraduría capitalina dijo que los dos sospechosos buscados -supuestamente un “viene, viene” y un malabarista – habían sido invitados a la casa de Martín.
Catalina Ruiz-Navarro, comentarista del diario colombiano El Espectador y de SinEmbargo, condenó la forma en cómo Martin ha sido retratada.
“Todo indica que la colombiana será el chivo expiatorio de este crimen atroz. La palabra de Colombia está siendo utilizado como un eufemismo de prostituta o narcotraficante, como si ser un colombiano fueron un crimen en sí mismo”, dijo Ruiz-Navarro.
También ha habido indignación en la comunidad colombiana de México por los informes de los medios sobre Martin, a quien la prensa “sensacionalista” ha señalados como una pieza clave del rompecabezas, dice la agencia francesa.
El arqueólogo colombiano Yarima Merchán, quien vive en México, criticó este tratamiento mediático: “Es una vergüenza leer algunos informes de prensa que estigmatizan (a Martin) y llevan casi por sentado que ella murió en un ‘ajuste de cuentas’”
Los tabloides han dado cobertura “sin aliento” al caso, con fotografías escalofriantes, supuestamente tomadas en la escena del crimen, donde algunas de las víctimas pueden ser vistas desnudas y atadas, incluyendo a Martin.
“Las mujeres víctimas -Negrete, Quiroz y Martin, así como Vera- no deben ser tratados como simples notas al pie, dicen sus familiares, colegas y otros”, señala AFP.
Fuente: Sin Embargo
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