“Sabemos que años atrás era muy difícil escuchar nuestra música aquí en Cuba, pero aquí estamos tocando para ustedes. Definitivamente los tiempos están cambiando”, dijo Mick Jagger, el vocalista líder de la mítica banda de rock The Rolling Stones, frente a cientos de miles de cubanos.
Fue la noche más rockera en la historia de La Habana y el primer evento gigante de rock en la historia de Cuba.
Junto con Jagger, el guitarrista Keith Richards, el bajista Ron Wood y el batería Charlie Watts abrieron fuego con “Jumping Jack Flash”, acelerando el corazón del casi medio millón de fans en el complejo habanero conocido como la Ciudad Deportiva.
El legendario Jagger no se equivocó cuando se dirigió al público.
El verticalismo de la revolución socialista que se instaló en 1959 prohibió a los cubanos escuchar a bandas de rock.
“Nos llamaban ‘frikis’ a los que escuchábamos esa música. No la pasaban por las radios y nos pasábamos grabaciones entre amigos”, recuerda Ramón Silva, que ahora con 55 años pudo al fin ver un concierto de una banda internacional de rock.
Silva le dijo a BBC Mundo que por escuchar música como la de los Rolling Stones “podías ir detenido en los 70”.
Nada parecido a lo que se vivió este viernes en La Habana, donde en restaurantes, paradas de buses o heladerías el tema principal era el concierto de la banda británica.
A La Habana llegaron aficionados de los Rolling Stones de las 10 provincias y en el concierto también estuvieron presentes muchos turistas que llegaron de otros países.
“Qué público más chévere”, dijo Jagger antes de interpretar su memorable Paint it black.
El público aplaudió todos los temas y acompañó los coros de las canciones más conocidas, como Angie, que Jagger dedicó a “los cubanos más románticos”.
El concierto duró más de dos horas en un escenario de 80 metros de largo con pantallas de 40 metros de alto.
Una gran pantalla central seguía los movimientos de los rockeros, mientras en otras más pequeñas podía leerse “Bienvenido a la Habana”.
En medio de las canciones, Mick Jagger contó que en la noche previa toda la banda disfrutó “arroz con frijoles” y después salió a un club llamado La casa de la música.
“Tomamos whisky, comimos, pero lo mejor de todo fue bailar rumba cubana”, contó Jagger.
Las calles de La Habana cercanas a la Ciudad Deportiva fueron cerradas desde la tarde.
A la salida del concierto miles de cubanos tuvieron que realizar largas caminatas porque el transporte público no fue suficiente para tantos aficionados.
Así cerró Cuba una de las semanas más trascendentales en las últimas décadas.
Semana que comenzó con la visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y que cierra con un concierto de una de las bandas más importantes en la historia del rock.
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