Por: Fernando Ortiz C.
Una lucha de poderes se está dando en Brasil, entre la ilegalidad y un proceso turbulento que busca deslegitimizar y aniquilar el gobierno de Dilma Rouseff, algunos sectores apoyan dicha medida creando una confrontación y separación de posturas frente a la actual situación del país sudamericano.
A unos meses de llevarse a cabo los Juegos Olímpicos, las denuncias de corrupción del gobierno de Dilma, la situación de Petrobras o las aportaciones que se dieron desde la paraestatal para la campaña presidencial de 2014.
Pero más allá de las imputaciones, la situación geopolítica es relevante, donde parece ser que la ola de gobiernos socialistas en Latinoamérica se van desvaneciendo poco a poco y se vuelve a realinear al status quo y sometido a los intereses hegemónicos del país de las barras y las estrellas.
El aliado latinoamericano de los países conocidos como BRICS (Brasil, India, Rusia y China) cada vez se aleja más de sus aliados en Europa y Asia. El resquebrajamiento y ataque hacia este grupo económico cada vez son más evidente y comienzan a debilitar al menos la propuesta de crear un mundo multipolar alejado del poderío norteamericano y sus aliados.
Mientras Rusia y China luchan por no permitir el aislamiento geopolítico, India se encuentra en una paradójica situación de crecimiento y pobreza al interior del país, mientras que Brasil se centraliza en la lucha interna de poderes.
Los estragos son evidentes en los países que buscan una alternativa, al menos en no someterse económica y políticamente a los intereses generados desde Washington; el caso de Venezuela es un ejemplo de ello.
Las repercusiones del golpe al gobierno brasileño deben ser vistas con cautela y con un profundo análisis en las implicaciones que esto puede tener a nivel continental.
Una de las muestras de la actual crisis que aqueja a Petrobras son las denuncias de corrupción dentro de la empresa, pero al mismo tiempo se han lanzado consignas que argumentan que todo esto es una manipulación y una estrategia de empresarios que acusan a la oposición de querer privatizar a como dé lugar la paraestatal brasileña para posteriormente vender el petróleo a precios bajos a Estados Unidos a cambio de algunas ayudas económicos, sociales o empresariales, donde los beneficiarios sean los que mueven el sistema capitalista dejando a un lado los programas sociales en los que se han enfocado los gobiernos de Dilma y principalmente de Lula Da Silva.
El poder político comienza a rendir frutos, y esto es una muestra de las redes que comienza a extender la Unión Americana en el continente, moviendo de manera estratégicas sus piezas para lograr controlar economías, política, gobiernos y todo lo que esté a su alcance y logre la consecución de sus objetivos.
La denuncias de la intervención de los Estados Unidos en el golpe que se ha asestado al gobierno de Dilma tiene como mensajero la voz del afamado teólogo Leonard Boff, quien es un referente dentro del movimiento casi extinto de la Teología de la Liberación, el cual tuvo su auge en los años ochenta del siglo XX. Boff declara: “Hay una derecha conservadora y rencorosa, aliada de los bancos y del sistema financiero, de los inversores nacionales e internacionales, de la prensa empresarial hostil, de los partidos conservadores, sectores del poder judicial corruptos, bajo la sombra de Washington cuya política exterior no acepta una potencia en el Atlántico Sur vinculada a los Brics”, agregando: “Si los pobres supiesen lo que se está armando contra ellos, las calles de Brasil serían insuficientes para contener el número de manifestantes que protestarían en contra”.
Latinoamérica se encuentra en un polvorín que aparentemente está pronto a estallar; Venezuela inmersa en una crisis sin salida donde la única opción factible que se presenta es una lucha violenta. Brasil entre la espada y la pared frente a la destitución de su presidenta; Bolivia luchando por mantener su economía fuera de las garras y del poder estadounidense; Argentina acaparada por las políticas del nuevo presidente Macri que han tenido tantas críticas en los pocos meses que lleva en el cargo. Chile luchando contra el neoliberalismo y la privatización de recursos, y México sufriendo los estragos de la inseguridad y crimen por parte de grupos que controlan las rutas de trasiego de droga para suministrar de ellas a la población estadounidense que tanto las solicita.
Esta es la triste y caótica situación del continente que alguna vez llamó Benedicto XVI El continente de la esperanza, y paradójicamente lo hizo en el país que hoy está sometido a la desesperanza de la lucha de poder, de arrancar la voz a los desprotegidos y que aplaude a todos aquellos que buscan poseer más a costa de la vida de otros. América latina se quiebra poco a poco, lentamente se convierte en un campo de silencio y esclavitud mientras unos cuantos se reparten los recursos, la tierra, las ganancias ante la mirada incrédula de los que han perdido todo, incluyendo la esperanza.
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