El plan es someter a países pobres a fuerza de préstamos
África y América LAtina son el ejemplo de lo que Beijing hace con su dinero
Desde hace algunos años, China comenzó un lento proceso de “neocolonización”, principalmente en Latinoamérica, sometiendo a países pobres a fuerza de préstamos y promesas de inversiones.
El presidente del gobierno central, Xi Jinping conoce cada una de las debilidades y necesidades de los países tercermundistas, la mayoría de sus líderes y conductores piensa únicamente en perpetuarse en el poder o en sobrevivirlo.
África y América Latina, son ejemplos del uso que Beijing hace de su dinero, para exportar sus recursos e intentar imponer costumbres y leyes. En la región latina, el gigante asiático hace préstamos blandos, siempre con base en la misma estrategia, que es intentar apropiarse de los recursos naturales y de la información.
Venezuela, Bolivia, Perú, Ecuador y Argentina son algunos países donde hicieron pie a fuerza de yuanes convertibles, pues desde 2005, alrededor de 141 millones de dólares llegaron a manos de presidentes amantes del Socialismo del Siglo XXI, el dinero era transferido desde el Banco de Desarrollo Chino y el Banco de Exportaciones e Importaciones de China.
Por ejemplo, Nicolás Maduro es un gran socio pero también deudor, pues de acuerdo a la Base de Datos Financiera de China y América Latina, los créditos en Caracas durante los últimos 10 años alcanzaron alrededor de 62 mil millones de dólares, de los cuales aún tiene que pagar más de un tercio de ese monto.
En tiempos de Rafael Correa, Ecuador también se benefició con la generosidad china, ya que desde 2009 le fueron destinados 17.500 millones de dólares, entre los sectores que grandes cantidades de dinero son hidrocarburos, electricidad y minería. Cabe señalar que las compañías Sinohydro, Gezhouba, China Petrleum y Chinalco están a cargo de varios de los más grandes proyectos tanto en tierra ecuatoriana como en América Latina.
Sin embargo en la mayoría de los proyectos, China desobedece las recomendaciones internacionales y atropella a las comunidades, sobre todo originarias y al medio ambiente. En el caso de Bolivia, el bloque petrolero Nueva Esperanza se superpone con uno de los tres territorios del pueblo indígena Tacana, donde alberga a un pueblo indígena en aislamiento voluntario ‘Toromona’.
Y aunque los Tacana se opusieron a la exploración petrolera, el Estado boliviano dio luz verde al proyecto y llevó a cabo un proceso de consulta en el que se acordaron condiciones para salvaguardar el territorio y proteger a los pueblos Tacana, y Toromona. No obstante, BGP Inc. desconoció los acuerdos y provocó daños ambientales, que afectaron sus medios de vida, a sabiendas de que para el Mandatario, Evo Morales algunos indígenas tienen más derechos que otros.
El gobierno de Cristina Kirchner y el de Mauricio Macri, en Argentina, ambos de diferente signo político, permitieron y alentaron la instalación de una base de “observación” en la Patagonia, el cual es de uso exclusivo del gobierno chino. Ahí está vedada la participación de funcionarios argentinos y nadie sabe de qué se trata esa gigantesca antena capaz de recoger las comunicaciones en todo el continente.
El continente africano es una de las mayores apuestas de China, en el caso de Nigeria, no solo hay grandes empresas asociadas con Beijng, como Huawei o Chine Brigde, sino que ahora el régimen impulsa a pequeñas empresas a instalarse en el extranjero, por ello abandonan el país asiático a causa de la poca oportunidad de negocios internos que pueden encontrar en una población mayormente pobre o por orden directa.
Namibia prácticamente le abrió las puertas de sus recursos naturales, casi la fuente exclusiva de ingresos para la economía de aquél estado, pese a las promesas de crecimiento hechas por “inversores”, ninguna ha logrado el desarrollo de su economía o infraestructura.
Otras naciones africanas como Angola, Etiopía, Kenia, Senegal o Yibuti, han permitido el desembarco de dinero y funcionarios y empresarios enviados del régimen comunista chino, compartió el portal Infobae.
Sé parte de la conversación