Las personas constantemente cambiamos nuestros hábitos, costumbres, gustos y paradigmas: tenemos nuevas parejas, partidos políticos, preferencias de comida e incluso religión. Sin embargo, algo que rara vez cambia es nuestra afición a un determinado equipo de fútbol, una cuestión esencial en países como México donde la afición es parte de la identidad nacional.
¿Por qué seguimos fieles a un equipo sin importar cuantas veces pierda, cuanto se intercambien los jugadores o cuanto cambie nuestra propia vida?
Durante la infancia y la adolescencia modelamos la propia personalidad sobre la base de la pertenencia a un grupo: religioso, deportivo, cultural… La elección del equipo de fútbol es una de las primeras decisiones que pueden definir nuestra identidad social. Los niños que no lo eligen por sí mismos, suelen escoger los colores del club de sus padres y si éstos no son aficionados al fútbol, se decantan por los del pariente más cercano.
Sin embargo, la tendencia política o la pareja se escogen más tarde, después de la adolescencia, cuando la personalidad está ya bastante estructurada, por lo que modificar estas decisiones no haría tambalear nuestra identidad. Sí, en cambio, abandonar nuestro equipo del alma, tanto si se es un auténtico seguidor como si se trata de un simple aficionado.
Fuente: Muy interesante
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